Tampoco
nos podíamos olvidar de la influencia de las fuerzas sociales sobre la salud
mental, que en ocasiones puede afectar intensamente a la conducción. En efecto,
en las más diversas situaciones se puede comprobar que la actuación de una
persona en una tarea se ve afectada por la presencia de otras personas que
pueden no tener ninguna relación directa con ella.
La
sociedad ha impuesto limitaciones y normas, pero la misma velocidad se siente
impotente para imponer a otros controles al comportamiento más profundo, aunque
inconsciente del hombre.
Las
personas suelen conducir el automóvil de forma similar a como se comportan y a
sus rasgos de personalidad. Sin embargo, también es importante la adaptación
del modo de conducir al estado de ánimo del momento. La mayoría de los sujetos
tienden a adaptar su modo de conducir a su estado emocional.
Palabras
clave: personalidad, comportamiento, estrés, presión social, velocidad, riesgo,
habilidades interpersonales, aspectos motivacionales y emocionales.
Las
grandes ciudades producen todo un conjunto de sistemas de exigencias, unas externas
y otras propias, que representan un continuo motivo de estresamiento, rebasando
los márgenes de tolerancia permisibles incompatibles con una adaptación normal
al entorno.
Los
automovilistas de le gran cuidad se ven afectados psicológicamente por el estrés,
sobre todo cuando nos referimos a los profesionales del volante, ya que estos
han de tener un tono constante de actividad, con una gran capacidad de
adaptación al medio urbano, y una gran dosis de resistencia de frustración.
Entre
otras, las alteraciones psicosomáticas que desencadenan el estrés pueden ser
digestivas, cardiovasculares, respiratorias, nerviosas, y hormonales. También destacaron
que son muchos los efectos del estrés desde el punto de vista psicológico: descenso
de la nutrición, aumento de los tiempos de reacción, ansiedad, agresividad y cansancio.
Estas alteraciones, pueden influir e incrementar el riesgo de accidentes de tráfico.
Efectivamente,
el estrés puede ser un agente etimológico importante en los accidentes de
tráfico, ya sea originado directamente por el accidente o bien indirectamente,
predisponiendo o haciendo más vulnerable al individuo al accidente porque
proporciona comportamientos de conducción temeraria al disminuir las capacidades
preceptúales, atencionales, cognitivas o motoras.