Según datos recabados
por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), el sobrepaso y las
maniobras peligrosas son las principales causas de choques y vuelcos de
vehículos en el país.
Según el diccionario de
la Real Academia Española de Letras, la palabra accidente (del latín accidens,
-entis) significa, en una de sus acepciones: “Suceso eventual o acción de que
involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas”. Sin embargo este
vocablo se utiliza en forma genérica como expresión sinónima de los siniestros
viales.
En contraposición con
este uso de la palabra se encuentran las cifras. Aquellos números que delatan
que más del 90 por ciento de los choques o vuelcos de vehículos ocurren por la
falta de respeto a las reglas de tránsito –a sabiendas de que su incumplimiento
puede tener consecuencias sobre terceros.
Son estos guarismos los
que sirven de fundamento a los jueces y abogados que luchan por caratular de
homicidio culposo las causas en las que, por ejemplo, un conductor en estado de
ebriedad o pasando un semáforo en rojo atropella a una persona y le produce la
muerte.
Según datos
proporcionados por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) sobre
las principales causas de siniestros viales, en primer lugar de la lista se
encuentran los sobrepasos y las maniobras abruptas (40,5 por ciento).
Continúan detrás en el
ránking las distracciones (19,9 por ciento), el exceso de velocidad (13,6 por
ciento), la falta de respeto a la señalización, a la prioridad de paso y a la
distancia de seguimiento (20,1 por ciento) y el consumo de alcohol sumado al
cansancio (5,9 por ciento).
Un conductor que hace
una maniobra riesgosa para ganar unos minutos, aunque lleve en el vehículo a
toda su familia, deja en evidencia la falta de conciencia de riesgo. Es muy
difícil reeducar adultos con estos hábitos, de ahí la importancia de los
controles. Ahora bien: si las sanciones después se perdonan, el resultado es
dramático: se emite un contramensaje que reafirma la incultura vial.
Muchos conductores
creen que usando el manos libres o el Bluetooth eliminan el riesgo de usar
celular y manejar; el problema es mantener la concentración en dos focos a la
vez. Además, la monotonía de las rutas hace que el conductor tome mate o cambie
la radio. Esa desconcentración lo lleva a resolver imprevistos con una mala
maniobra.